[Ver español abajo]
“Roma” is another in the wave of Hollywood movies made, these days, by Mexican directors, this one by Alfonso Cuarón who won a Golden Globe Best Director Award for “Roma” and another for Best Foreign Film. The other directors include Alejandro González Iñárritu (“The Revenant,” 2015) and Guillermo del Toro (“Pan’s Labyrinth,” 2006).
“Roma” is a look back at the director’s family. They lived in the Colonia Roma of Mexico City in the 1960’s (colonia refers to a housing district), and this is where I met my wife, Barbara, at about the time Cuarón was running around as a teenager. Barb and I shared some unforgettable moments there, including the horrible earthquake of 1985. Nowadays we stay there whenever we visit that megalopolis.
I consider “Roma” a significant film because it is a multifaceted re-creation of middle-class life in the colonia, in 1970-1971. My study of Mexico allowed me to see it as a valuable filmic document right away.
The social dimensions of the film are many but Cuarón puts the spot light directly on Cleo, the domestic worker who cared for him as a supplementary mother, played by Yalitza Aparicio. In the film, as in real life, Cleo is a Mixtec Indian from Oaxaca, as are thousands of maids in that city, also known as empleadas or more derisively as gatas. They are the ones who make dinner, scrub the floors, wash the family car—and tuck in the kids at night, all for a next-to-nothing salary. And, not all may be treated as well as Cleo is in this movie.
The socio-cultural aspects in this picture are true to life, even to this day. The man of the house, a youngish medical doctor who works in one of the city’s hospitals, abandons his wife and children, including young Cuarón, for another woman. This must hit home for many viewers because it is a regretful reminder of Mexican machismo, very much alive.
The apartment in which the family lives is also a perfect re-creation of the many such living units in residential buildings, called vecindades, still standing today in Mexican cities. My sister, Soledad, commented to me after watching the movie, that she had seen home interiors like the ones shown in “Roma” many times, in old Mexican movies. Indeed. Their reproduction by Cuarón, right down to the kitchens with windows that look in to a back washroom, must be admired by anthropologists and archaeologists.
The politics raging in 1971 also appear in “Roma,” though tangentially—but that too, I think, is part of the Cuarón’s factual memorization of his early years. The movie allows us to see the events that he witnessed as a boy, but not the larger story behind them: the political demonstrations that turned bloody, right before his own eyes while visiting a department store in the company of his grandmother.
The director re-created the infamous suppression of students, known as the halconazo on the feast of Corpus Christi (Jueves de Corpus), which fell on Thursday, June 10, 1971. Many students were killed that day and many more were killed on a related carnage, October 2, 1968, the notorious Tlaltelolco massacre. What we see in the movie is an aftermath of October 2nd.
The event is known as the halconazo (halcón = hawk) because the men, who beat up the students with sticks, and some with armed weapons, as we witness in the movie, were referred to as halcones. Like a hawk, they could swoop down and catch or harm their prey, the demonstrating students, and then disappear, and the government could not be blamed directly. Cleo’s boyfriend is one of the halcones, having been trained specially to suppress and get away with it, as “Roma” shows us. Halcones are also referred to as paramilitary agents. Cuaróns insistence on making the film in black and white simply adds to its authenticity.
In summary, Cuarón’s movie, about his childhood in the Colonia Roma, provided me with abundant details of life behind the doors and walls Barbara and I walked past so many times.
If you read Spanish you might enjoy a short story about middle class life in the Colonia Roma, also in the 1960’s and 1970’s, by Jose Emilio Pacheco, Las batallas en el desierto (Ediciones Era, 1981).
“Roma”, reseña de una película dirigida por Alfonso Cuarón.
“Roma” es otra en la cresta de películas de Hollywood hechas por directores mexicanos en estos días, esta por Alfonso Cuarón, quien ganó el premio Globo de Oro por Mejor Director de la película “Roma” y otro por la Mejor Película Extranjera. Los otros directores incluyen a Alejandro González Iñárritu (“The Revenant, “2015) y Guillermo del Toro (” Pan’s Labyrinth “, 2006).
“Roma” es una mirada atrás a la familia del director. Vivían en la Colonia Roma de la Ciudad de México en la década de 1960 (Aquí es donde conocí a mi esposa, Barbara, cuando Cuarón se paseaba como adolescente por las calles de la colonia. Barb y yo compartimos momentos inolvidables, incluyendo el horrible terremoto de 1985. Hoy en día nos quedamos allí cuando visitamos esa megalópolis).
Considero “Roma” una película importante porque es una recreación multifacética de la vida clase-mediera en la colonia, en los años 1970-1971. Mi estudio de México me permitió reconocer su valor cinematográfico inmediatamente.
Las dimensiones sociales son muchas, pero Cuarón puso el foco directamente sobre Cleo, la trabajadora doméstica que lo cuidó como madre suplementaria, papel interpretado por Yalitza Aparicio. En la película, como en la vida real, Cleo es una mixteca de Oaxaca, al igual que miles de sirvientas en esa ciudad, también conocidas como “empleadas” o más groseramente, como “gatas.” Ellas son las que preparan la cena, limpian los pisos, lavan el auto familiar y arropan a los niños por la noche, todo por un salario exiguo. Y es posible que no todas sean tratadas tan bien como Cleo en esta película.
Pienso que los aspectos socioculturales en este cuadro son fieles a la vida, hoy mismo. El hombre de la casa, un médico joven que trabaja en uno de los hospitales de la ciudad, abandona a su esposa e hijos, incluido el joven Cuarón, por otra mujer. Esto debe afectar a muchos cinéfilos porque es un recordatorio penoso del machismo mexicano, muy vivo.
El apartamento en el que vive la familia también es una recreación perfecta de las muchas viviendas, llamadas vecindades, que aún hoy se encuentran en ciudades mexicanas. Mi hermana, Soledad, me comentó después de ver la película, que había visto interiores de casas, como las que se ven en “Roma,” muchas veces en películas viejas mexicanas. Sin duda. Su reproducción por Cuarón, hasta las cocinas con ventanas que dan a un baño trasero, debe ser admirada por antropólogos y arqueólogos.
La política que se libra en 1971 también aparece en “Roma”, aunque tangencialmente, pero eso también, creo, es parte de la memorización objetiva de Cuarón cuando era niño. La película nos permite ver los eventos que presenció de chico, pero no la historia detrás de ellos: las manifestaciones políticas que se volvieron sangrientas, ante sus propios ojos, en el momento que visitaba una tienda de departamentos en compañía de su abuela.
El director recrea la infame supresión de los estudiantes, conocida como el Halconazo de Jueves de Corpus, que cayó el 10 de junio de 1971. Muchos estudiantes fueron asesinados ese día y muchos más liquidados en una carnicería del 2 de octubre de 1968, la notoria masacre de Tlaltelolco. Lo que vemos en la película es una consecuencia del 2 de octubre.
El evento se conoce como el halconazo porque se les llamó halcones a los hombres que golpearon a los estudiantes con palos, y algunos con armas de fuego, como vemos en la película. Como un halcón, podían descender en picado y dañar a sus presas, a los estudiantes, y luego desaparecer, y no se podía culpar al gobierno directamente. El novio de Cleo es uno de los halcones, y vemos que ha sido entrenado especialmente para reprimir y salirse con la suya, como nos muestra “Roma”. Los halcones también se conocen como agentes paramilitares. La insistencia de Cuarón en hacer la película en blanco y negro simplemente aumenta su autenticidad.
En resumen, la película de Cuarón, sobre su infancia en la Colonia Roma, me prestó abundantes detalles de la vida detrás de las puertas y las paredes que Barbara y yo pasamos muchas veces.
Si te gusta leer, puedes disfrutar de un cuento escrito sobre la vida clase-mediera en la Colonia Roma, también en los años 60 y 70, de José Emilio Pacheco, Las batallas en el desierto (Ediciones Era, 1981, y ediciones subsecuentes).